La Curiosidad, el motor de la aventura de Legend of Zelda (NES)
Jugar al primer The Legend of Zelda (Nintendo, 1986) es un ejercicio que todo videojugador debería hacer. Da igual si eres un veterano amante de lo retro o si has llegado a esta afición hace apenas unos meses, si no has jugado al primer Zelda debes hacerlo, te espera una experiencia tan sorprendente como increíble.
Si consigues atravesar la barrera que suponen sus gráficos pixelados y torpeza ochobitera, descubrirás que hace ya más de 30 años hizo cosas que ningún otro juego de la saga ha vuelto a hacer desde entonces.
Quiere que tú, como jugador, sientas la sensación de aventura que se genera al explorar campos, bosques, lagos, desiertos y montañas, y por eso minimiza las ayudas y la información que te ofrece. No tienes un mapa, sólo un cuadro gris en la pantalla que te indica tu posición en el mundo, y el texto que abre la partida apenas te dice que tienes que encontrar las ocho piezas de la Trifuerza, lo que se traduce en que tampoco te dice donde tienes que ir.
Zelda te suelta en medio de un claro y te dice que sigas adelante, en ese momento te queda claro que este juego no va a llevarte de la mano.
Es cierto que, hoy en día, otros juegos como Skyrim hacen algo parecido y te permiten ir a donde quieras, pero en ese caso tomas la decisión entre seguir una misión, representada por un icono sobre un mapa, o explorar libremente el mundo.
Zelda no te da esa opción, tan sólo te plantea la curiosidad de explorar sin saber qué vas a encontrar. Se siente misterioso, lleno de pasajes secretos, cuevas escondidas, mazmorras temibles, objetos extraños y mensajes crípticos. Las sorpresas acechan en cada pantalla y la curiosidad es el único motivador que te empuja a seguir explorando.
En los juegos más recientes de la saga ya no te sientes tan libre, todo se explica, e incluso en el reciente Breath of the Wild (parangón videojueguil en lo que a libertad se refiere), tienes un mapa sobre el que aparecen algunos iconos para que sepas siempre donde tienes que ir. A día de hoy, sólo un puñado de videojuegos son tan valientes como lo fue el primer Legend of Zelda hace 30 años; juegos cuyo motor de la aventura no es una mecánica jugable, si no una emoción humana: la curiosidad.
Totalmente dede acuerdo... encima, para mas inri, tengo una copia del cartucho de NES XD
ResponderEliminarLa verdad es que es un juego que me encantaría tener completo y en buen estado. No es un título que disfrutase en mi infancia, pero me ha impactado tanto, que creo que vale la pena tenerlo.
EliminarGracias por comentar.
Saludos.
Cuando me lo compré ya había salido el de super Nintendo, pero al tener unas NES, me tuve que resignar con el primer Zelda. Hasta ese día, no había conocido un juego tan grande en una consola de 8 bits
ResponderEliminarA Link to the Past era increíble e impactante en lo visual. Un juego superlativo, pero la verdad es que este Zelda de 8 bits, es el juego de toda la saga que más libertad ofrece. De hecho es bestial como Breath of The Wild bebe de este título.
EliminarGracias por comentar.
Saludos.