What Remains of Edith Finch y el Realismo Mágico.

Pocos son los juegos capaces de dejarte estupefacto ante la pantalla mientras tus ojos contemplan incrédulos la cascada de letras que suponen los créditos finales y te preguntas ¿Que cojones acaba de pasar?. Capaz, a duras penas, de sostener el gamepad con las manos aún temblorosas, recapitulas mentalmente lo que acabas de jugar y te das cuenta que el videojuego es un medio de expresión cultural poderosísimo. En ese momento te sientes afortunado y agradecido por haber podido vivir/sentir/disfrutar de esa experiencia.

What Remains of Edith Finch (Giant Sparrow, 2017) es uno de esos juegos, una tragedia sobre la muerte que, a su vez, es una oda a la vida. Un cuento que ensalza a los videojuegos como herramienta para contar historias de una forma inalcanzable para otros medios de expresión como son la literatura, el cine o el teatro.

De hecho el gran mérito de esta obra es precisamente trascender a la literatura contemporánea en uno de sus baluartes más apreciados como es el Realismo Mágico. Giant Sparrow, de alguna forma logra arrancar el género de las páginas de los libros y lo transporta a su videojuego de forma tan limpia, que casi parece que el PC y las videoconsolas fuesen su entorno natural. 

La forma que tiene el Realismo Mágico de expresar como el observador entiende el mundo que lo rodea, introduciendo elementos mágicos (fantásticos, irreales, y surrealistas) principalmente para adornar un evento trágico o dar sentido a una desgracia haciéndola de algún modo más digerible y menos dolorosa de asumir; parece haberse creado más para ser jugada que para ser leída.

No es baladí decir que What Remains of Edith Finch es la prueba de que al Realismo Mágico le sientan mejor los videojuegos que los libros, por que si como movimiento literario se caracteriza principalmente por su condición subjetiva, simplemente no existe medio más subjetivo que el videojuego.